"Y recordó que había pensado entonces que si ella se moría, él, Montag, no derramaría ni una lágrima. Pues sería como la muerte de una mujer desconocida, de una cara en la calle, de una imagen en el periódico, y de pronto todo le pareció tan falso que se echo a llorar, no ante la idea de la muerte, sino ante la idea de no llorar la muerte. Un hombre tonto y vacío que vivía con una mujer tonta y vacía, mientras la serpiente hambrienta la vaciaba todavía más"
(Farenheit 451 - Ray Bradbury)
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